Esta es la tapa de mi nouvelle "En el cajón de la mesita de luz" de Dafne Mociulsky (yo) dibujo muy representativo del texto de Gustavo Sidlin, publicado por )el asunto( www.elasunto.com.ar
Y ahora... la primera parte de esta historia adolescente:
EN EL CAJON DE LA MESITA DE LUZ
I
Santiago Norberto Tirante es su nombre completo; Santiago como el padre, Norberto como el abuelo. Tiene diecisiete años que explotan grano a grano en su rostro tan pálido como grasiento. Ningún hombre de apellido Tirante tuvo la osadía de no parecerse a su padre, excepto él, que no nació ni morocho, ni morrudo, ni con los labios gruesos, como la saga de hombres de su familia. El es rubio y pálido como su madre de origen polaco. El es tan impopular que a nadie se le ocurrió apodarlo como "Polaco", "Ruso", "Gringo" o "Rubio".
Hay que verlo: cabello largo, reseco y levemente ondeado; ojos celestes y pequeños, circundados por ojeras inflamadas.
Es tan delgado que pareciera que hasta allí es el límite, el espacio justo para guardar a un ser humano, daba la impresión de que apretaba a su carne por dentro. Todo esto no hubiera llamado la atención de su familia de haber gozado de buena salud, por el contrario, el muchacho sufre de asma y alergia al huevo, además de las dolencias prematuras en la cervical, provocadas por caminar encorvado y dormir torcido como un árbol deformado por las tormentas. La madre solía entrar por las noches en su habitación – la cual compartía con su hermana – y le enderezaba las piernas, la columna y el cuello sin despertarlo. Dejó de hacerlo cuando descubrió una erección en su hijo.
Santiago no es ni bello ni atractivo, pero tiene un algo que denota que es el germen de un hombre fascinante. Pero por ahora, el acné lo tiene sepultado, aunque a decir verdad, no es solo eso, es su tristeza, timidez, torpeza e inseguridad para elegir con qué palabras hablar. Aquí aparece Sofía, ella evidenció aún más que algo andaba mal, o peor aún, que algo no andaba en él – Sofía tiene onda con vos – le dijo Lucas, su único amigo. Era un asunto sencillo, estaban en una fiesta, habían bebido bastante cerveza y la música era de su agrado. Sólo tenía que acercarse. Tenían quince años, él era el único de su división y del barrio que nunca había besado (pero esto lo sabía sólo él mismo y Lucas, porque a Santiago nadie le preguntaba nada).
El, en un grupo cualquiera, cumplía la función de una presencia ahí, una sombra, una silla, un algo intrascendente.
Lucas era el germen de una excelente persona, así como Santiago era el germen de una belleza que tardaba cubierta de granos, grasa y un poco de mal olor. Lucas no lo presionaba jamás, ni se burlaba de él. En realidad, nadie se fijaba en ellos por diferentes razones: Lucas era sensible, escribía poemas y componía canciones; tocaba en una banda heavy, pero esto no ocultaba su romanticismo, que molestaba un poco a los pares cuando, circunstancialmente, se acercaban a él. La carpeta de Lucas estaba plagada de poemas y aforismos. No se burlaban de él, así se mantenían más alejados, tal vez temían sucumbir ante su forma de ser, o algo así, porque era "atractivo" y no querían ser influenciados por alguien tan raro. Lo dejaban existir tranquilo y al margen, como los márgenes de sus hojas de carpeta que anidaban poemas.
Pero con Santiago sucedía de otro modo, era otro tipo de indiferencia: el rechazo. No era esa clase de rechazo violento y traumático, sino leve y disimulado. Santiago ni siquiera podía considerarse como un bicho raro.
El permanecía siempre taciturno, como si estuviera a punto de dormirse en cualquier momento. No conversaba con sus compañeros, a menos que fuese imperiosamente necesario; tampoco se prendía a las travesuras de éstos, pero nunca delataba a nadie.
En su hermetismo había algo de nobleza y justicia.
Entonces molestaban a otros. En el grupo había un gordito hincha de Huracán, un orejón que además tenía los ojos saltones y mal carácter y una pelirroja, petisa, arrogante y jactanciosa que, para colmo, usaba esos anteojos "culo de botella". Con esos personajes bastaba.
Dafne Mociulsky
Ah!, todo lo que manifesté en la entrada anterior carece de sentido si no dejo mi correo: duniashka@yahoo.com.ar