Incorporo personajes, eso me pasa, eso me pasó siempre, toman el control de mis pensamiento estos seres dibujados en mi imaginación, a veces son desagradables, hacen y dicen cosas que yo no y cosas que sí, son raros, son comunes, son... personajes. Nacen en un momento, y después no se mueren nunca.
I
Tengo un problema con las ilusiones. Cuando era chica, una
vez, les estaba dando de comer a las palomas en una plaza y comenzaron a venir
en cantidad, algunas se sintieron más confiadas y se subieron a mi regazo, como
ya no tenía más maíz, comenzaron a buscarlo en mis bolsillos, en mi carterita
de fantasía, en mis manos vacías, pero no, ya no tenía, y una se me subió a la
cabeza, tal vez a falta de maíz quería piojos, después fue confuso, no sé muy
bien cómo y por qué terminé en el hospital con un ojo emparchado, creo que me
entró caca de paloma en un ojo o algo así. Entonces, con las ilusiones me pasa
algo parecido: las alimento hasta que me hacen daño. Yo soy la paloma y quien
le da de comer al mismo tiempo y la que se caga en su ojo también. Una pena que
mi mamá se haya muerto, porque yo tiendo a distorsionar los recuerdos y ella
recordaba sin ponerle arte al asunto, no adornaba nada, recordaba los hechos
tal como habían sucedido. A mí me pasan otras cosas en el camino del recuerdo a
la palabra.
A veces no sé si lo de las palomas fue tan así o si pasó
algo por el estilo y el parche en el ojo corresponde a otro episodio. Pero qué
importa eso cuando una se siente sola y tiene ganas de hablar. Muchas ganas de
hablar.
Yo creí que para esta edad ya iba a estar casada, siempre lo
creí así. Mis muñecas tenían los nombres de mis futuras hijas. Pero nada de eso
pasó. Mis amigas estudiaron, viajaron, se recibieron, probaron muchas
experiencias, se drogaron o no, alguna que otra ya es mamá. A mí no, nada de
nada. Yo me quedé en Saavedra viendo pasar la vida, regando las plantas de mi
patio (mi vieja sigue viva en ellas). Lo más lejos que fui…. A la costa,
supongo, a las islas del Tigre, una vez a Uruguay, pero todo esto con mamá y
papá, claro, hace mucho tiempo, antes de que usara corpiño. Creo que lo más
lejos que llegué por mi cuenta fue hasta Lomas del Mirador porque tenía un
novio ahí. Con ese me quería casar yo, pero nos llevábamos mal.
Mi problema con las ilusiones es que poco tienen que ver con
las posibilidades que me ofrece la realidad, simplemente me enfrasco, el vidrio
se empaña y ya no puedo ver más que las películas exageradas de mi imaginación.
Claro que estas ilusiones están ligadas a las necesidades que padezco. Me gusta
que me abracen, lo necesito todo el tiempo, a cada rato, por eso no puedo vivir
sin mascotas. Prefiero los abrazos humanos, aunque son mucho más caros. Hace
rato me hice a la idea de que cobramos por nuestro cariño, cobramos cariño por
nuestro cariño, valga la redundancia (jeje, la palabra “redundancia” me hace
sentir importante, como usar la expresión “eso depende de qué factores estén en
juego”). Yo me quiero, ¡y gratis!, pero no me alcanza, no. Sexualmente estoy
bien, tranquila. No tuve mucho sexo a comparación de otras chicas de mi edad.
No me gusta tanto. Una vez probé con una chica a ver si era por eso, pero no,
tampoco. No soy tan apasionada, lo que me estimula a mí es mimar y ser mimada.
Pero eso sí: cuando me case o me junte, aprenderé todas las chanchadas
necesarias para ser una buena compañera y, ¿ves? Ya me estoy ilusionando,
imaginando una cara, color de pelo, de ojos, altura y peso, porcentaje de grasa
corporal. No, mejor hablo de otra cosa porque ya sé que esto me va a hacer llorar.
No salgo mucho. La hija de la señora donde trabajo a veces me
invita a fiestas. Una vez fui, creo. Me prestó su ropa, yo no tenía nada.
Engordé bastante desde que murió mamá. Ella sabía hacer comidas saludables pero
yo nunca aprendí a cocinar bien y vivo a patys y fideos, además mi vieja me
obligaba a tomar agua en casa y sólo podía tomar gaseosas en el colegio o en
casas ajenas. Ahora tomo gaseosas todo el tiempo: lunes, seven up, martes
mirinda, miércoles coca-cola, jueves paso de los toros pomelo, viernes sprite
(y no me vengan con que seven up es lo mismo, porque no lo es), sábado
coca-cola de nuevo, pero con un chorrito de fernet porque es el mismo día que
como patys con queso derretido y domingo opcional, según las ganas que tenga.
También como mucho pan, en la cantidad que antes comía frutas.
Cuando tenía novio iba al gimnasio de acá a la vuelta. Ahora
no sé, no tengo muchas ganas y me avergüenza mi dieta. De todos modos, debo
perder un kilo, o dos, porque si no me voy a tener que comprar otro vestido
para el casamiento de Cándida, mi mejor amiga.
Cándida es integrante de las chicas locas de Saavedra rock.
Tuvimos una banda, no, la banda se supone que aún existe en nuestros corazones,
hicimos un juramento: que nuestra banda no moriría jamás y enterramos una
bandera con nuestros nombres en la plaza. Algo grabamos, ninguna sabía tocar
realmente un instrumento, pero hacíamos lo que podíamos, yo cantaba y hacía
ritmo con la pandereta, Laura hacía ruiditos con el teclado de su hermanito y
Cándida cantaba y hacía la batería con las ollas. Nos divertíamos como
boluditas que éramos, nunca teníamos un peso, nunca nos comprábamos nada, era
barata la diversión. Las chicas chetas del curso no podían entendernos y a
veces nos pegaban. Ellas sí que gastaban plata en el shopping. Nosotras estábamos
siempre en la plaza hasta que crecimos y empezamos a tener novios y sexo.
Cándida se va a casar con su primer novio, llevan diez años en pareja. Parece
que se quieren, aunque es un amor como… “automático” diría yo, tienen días y
horarios para todo, hasta para excitarse necesitan organizarse (esto me lo
contó por teléfono la semana pasada). Ah, y hablando de Cándida, hace cuatro
días que tengo internet en casa. La cosa fue así: resulta que mi amiga y yo no
nos veíamos desde hace cinco años y para rastrearme me buscó por facebook, por Messenger,
por google, pero claro, así no me encontró, hasta que dio con una vieja guía
telefónica de Saavedra en la casa de su mamá y me buscó por apellido “Milani,
Andrea Aleluya” (sí, es raro, pero mi segundo nombre es aleluya y muy poca
gente lo sabe. Ah, pero esa que figuraba en la guía era mi abuela, yo me llamo
igual, creo). No podía creer cuando escuché su voz. No es fácil comunicarse
conmigo, en mi celular tengo solo quince números y es fácil recordar quiénes
son, una mitad son deliverys y la otra parientes y amigos, más parientes que
amigos. Tengo una prima que me ofreció un disparate: que yo le canjee mi casa,
bah, la casa que fue de mi abuela y después de mis viejos por su departamentito
de mierda, porque está embarazada y junto a su marido se quieren mudar a algo
más grande. Me dijo cosas lindas al principio para convencerme y después cuando
ya no pudo me dijo cosas muy feas. Bueno, volviendo al reencuentro con Cándida,
me insistió para que me ponga internet en casa y me abra una cuenta en facebook
para estar permanentemente conectadas. Y le hice caso, ahora no puedo parar: ya
no miro la tele, ya no veo películas, ya no leo el diario ¡lo tengo todo en
facebook! Además vi como están todos mis compañeros del colegio ahora, es muy
gracioso ver cómo engordaron algunos y se produjeron otros. Mucha bola no me
dan, pero a veces tecleo cualquier nombre al azar y si me gusta la foto de la
persona la agrego, a veces me aceptan y chateo con perfectos desconocidos durante
horas, me hace mucha compañía esto, aunque a veces la cuelgo y me olvido de
salir, de sacar al perro a la plaza, de darles de comer a mis gatos y de regar
las plantas. De trabajar no me olvido, eso no.
Cuido a una señora que está muy enferma. No tiene nada en
especial, si no que… cómo decirlo sin que suene terriblemente trágico, a ver,
digamos que ya no tiene ningún interés en seguir viviendo, todo la aburre y la
entristece. Ve a la vida como un conjunto de obligaciones orgánicas: comer,
cagar, dormir. No hay emoción. Su hija ya se acostumbró a que su madre jamás se
alegrará por sus alegrías. Su hija y yo somos medio amigas. Ella tiene hermanos
de parte de padre, al revés que yo, que tengo un hermano de parte de madre que
vive en Brasil. Mi hermano es gay, esto a mamá le daba mucha vergüenza frente
al mundo, pero no frente a él, es decir, de no haber sido por el qué dirán la hubiéramos
pasado mejor cuando nos enteramos. Yo me puse un poco contenta porque lo vi
contento a él, es tan lindo encontrar al fin un amor… debe ser hermoso, tal vez
me pase algún día. A veces me enamoro un ratito de alguien que pasa por la
calle. A veces persigo por algunas cuadras a chicos que me gustan y luego me
escondo o me hago la boluda, pero en esos momentos las ilusiones me matan, me
imagino que el chico se va a dar vuelta y me va a resolver la vida con una
sonrisa afirmativa y… claro, la señora que yo cuido es el extremo opuesto a mí,
ella vive sin ilusiones, expecto la de morir pronto, a veces me lo dice “Roxana,
yo me voy a morir pronto, ¿verdad?” y yo le digo “Sí, señora, todos finalmente
encontramos lo que buscamos”. Habla muy poco esta señora. Mi trabajo,
básicamente, consiste en hablarle, por suerte para eso soy buena. Pobre doña,
me da un poco de pena, ella en su juventud fue hermosa. Quedó así después de la
separación, según dicen en el barrio. El marido la dejó por otra más joven y
ella nunca pudo reponerse, en fin, cosas que pasan. Mi papá a mi mamá le hizo
exactamente lo mismo pero mi vieja se lo aguantó con entereza, aunque falleció
hace dos años de cáncer, en fin, yo no sé si tendrá algo que ver. Lo que
lamentó mi vieja antes de morir fue que yo no estuviera casada y me dijo algo
raro el último día que estuvo viva: “Desconfiá de tu pensamiento”.
II
Cándida no sabe que yo tengo un problema: lloro en los
colectivos, y mucho. No sé qué me pasa, en algún momento me saco los
auriculares, escucho a mi alrededor, veo por la ventana, siento los olores de
la gente, toco el asiento, el cabello de quien está adelante sin querer, siento
gusto a soledad en la boca y mi estómago se hace puño, un puño enojado y triste
que quiere que llore. Vomito lágrimas. La gente se incomoda, a veces me preguntan
qué me pasa, pero yo no respondo. Bien, este es un verdadero problema porque
tengo que viajar desde Saavedra hasta Berazategui, bah, es en el “Ranelagh Golf
Club”, su futuro marido es polista o algo así, según entendí. Entonces, no voy
a caminar ocho cuadras con tacos, tengo que tomar un colectivo hasta la
estación Saavedra, después el tren hasta Retiro, en Retiro subte hasta Constitución
(todo esto para evitar el 60 hasta Consti), y en Constitución, tren a
Berazategui y, si no es muy caro, un remis…
pero si es en Ranelagh, ¿no tengo que bajarme en Ranelagh?, soy medio
despistada yo, siempre me pierdo y pierdo mis cosas, mi plata, mis llaves,
hasta mis perros se me han perdido. En fin, en otros transportes que no sean
los bondis no lloro tanto. Consulté cuánto cuesta un remis desde acá hasta allá
y ni da: son doscientos pesos. Por esa plata preferiría pintar las paredes de
mi casa, que están un poco descascaradas. Yo no me esperaba estar sola a esta
altura de la vida, me refiero al vivir sola. Un par de veces alquilé las
piezas, pero no resultó la convivencia, no me gusta la gente borracha que trae
borrachos, mucho quilombo, mucho griterío y al pedo, además no me hacían caso
cuando les pedía por favor que se comporten bien. Una vez llegué muy cansada de
cuidar a la doña y me dolía la cabeza, entonces abrí la puerta de casa y ahí
los vi, al que me estaba alquilando la pieza de arriba con su novia, garchando
en el sillón del living. Mi primera reacción fue cagarme de risa, pero después me
enojé un poquito. A la semana se tuvo que ir, dejó muchas botellas vacías debajo
de la cama, el muy roñoso.
A riesgo de que se enoje mucho conmigo, le conté a Cándida
que tal vez no quiera ir a ese casamiento porque me resulta muy complicado
llegar y ella me dijo:
-¡Pero Lauri! ¿no tenés algún muchacho afortunado que te
acompañe?
-No, no tengo, creo que hace como cinco años que no tengo
novio en serio.
-Pero… ¿No te estás garchando a nadie?
-Y, me parece que hace un año que no cojo.
-A ver… yo tengo un amigo para presentarte.
-¡Contáme!
-Está en la misma que vos: se separó hace bastante, es un
tipo tranquilo y sé que anda buscando novia hace rato pero no tuvo mucha
suerte. Se abrió una cuenta en una página para conocer gente y le fue re mal:
se encontraba con las minas, las invitaba a cenar, a tomar algo y las acompañaba a sus casas, nunca le dio bola ninguna y en tres meses se gastó cinco
mil pesos en salidas, a causa de esto se endeudó con un amigo, cayó en una
profunda depresión, tuvo que ir al psiquiatra pero no pudo pagarle más y tampoco
podía pagar la medicación, así que le cambió una letra a la palabra y empezó a
hacer meditación, haciendo meditación se dio cuenta que necesitaba una novia y,
bueno, ya te conté toda la historia, te lo sugiero como amigo en facebook, además,
él vive más o menos cerca de tu casa, podrían venir juntos, tiene auto.
-¿Y de dónde salió el chabón ese?
-Amigo del socio de mi marido, de parte del suegro.
-Aaaaa, entendí.
El hombre se llama Gabriel. Se ve bien en las fotos, es
medio gordito, pero zafa. Su charla es agradable, al menos por chat. Ya hace
dos meses que tengo internet en casa y estoy re canchera. Hasta me hice un blog
con fotos de cuando era chiquita, subí a todas mis muñecas con sus respectivos
nombres (de eso sí me acuerdo: Laura, Roxana, Andrea, Victoria, Mercedes y
Milagros). Quiero tener hijas cuando sea grande, no hijos. No me gustan los
varones para criarlos, son muy sucios. Este Gabriel no parece sucio. Me dijo
que está en una etapa de la vida en donde no hay lugar para la frivolidad, que
necesita que todo sea auténtico, verdadero y duradero. Me contó de sus malas
experiencias en páginas de citas. Me contó que estuvo casado, que viajó a
Europa, que ganó un premio por cruzar un río a nado y me contó tantas cosas que
a mí se me escapó la única anécdota interesante que tengo: una vez estuve con
dos hombres al mismo tiempo, en la cama, claro. Y bueno, yo sé que estuve mal
en contárselo pero no quería ser menos. Las personas hacemos muchas cosas por
no ser menos que el otro.
Eso a Gabriel lo puso un poco cachondo y me contó una suya:
una vez se la hizo chupar por una travesti debajo de la mesa de un bar, cuando
era pendejo. Yo no sé para qué ando diciendo que no me gusta el sexo si en
realidad puedo ser re puta si quiero, la más puta e insaciable de todas. Es una
pena que de verdad hace un año que no cojo y ahí vienen, preparadas para
atormentarme las ilusiones: esta es la situación: hace tres meses que chateo
con Gabriel, venimos posponiendo nuestro encuentro para conocernos directamente
en el casamiento de Laura y Ramiro, perdón, Cándida y Ramiro. Queremos
conocernos así, re producidos y bellos, aaa… cómo extraño al amor en sí mismo,
amar y ser amada. Ya me enamoré, cada vez que llego de trabajar no importa si
me estoy meando: abro al facebook para ver si está conectado. Dicho sea de
paso, me pagan muy poco en mi trabajo. Soy enfermera, no soy cualquier cosa, yo
estudié y me re costó llegar a ser lo que soy y no me hace ninguna gracia no poder
planificar nada porque no tengo un mango, no es justo. Me la banco porque desde
la semana pasada acordamos que, además de la miseria que me pagan, me den el
almuerzo y un tapper con la cena. Además, yo sé que la doña se moriría sin mis
atenciones, sin embargo, ahora que lo pienso, no le hago ningún favor.