Gracias Aarón por tus dibujos!, para comunicarse con este joven dibujante virtual: aaron98ottisor@hotmail.comATENCIÓN GENTE:
Muchachos, muchachas, jóvenes, señor, señora...
Por razones ajenas a la FLIA, Feria del libro Independiente y a,
en lugar de hacerse el sábado 12, se hará el domingo 13 de julio.
(Hacerla el sábado incluía una FLIesta!.... quedará para otra vez.)
Entonces:
8va FLIA
domingo 13/07
Desde las 12 hs.
en IMPA
Querandíes 4290 (y Pringles)
Almagro, Capital Federal,
América Latina.
¡Gracias por difundir muchísimo!
+ información: www.feriadellibroindependiente.blogspot.com
www.poesiaurbana.com.ar
www.diegoarbit.com.ar
www.elasunto.com.ar
Entonces, tengo varias novelas escritas que no considero publicables, en fin, entre ellas está "Animalitos de porcelana". Esta fue una novela que me tomó mucho tiempo, trabajo y paciencia. En su momento le tuve fe y quise materializarla, pero... escribí otras cosas y fue quedando sepultada debajo de cosas nuevas - para mí mejores o más interesantes o valiosas - A veces no sé muy bien qué hacer con los proyectos abandonados, porque siempre tienen algo que me pica, como que de esa comunión que tuve con aquello algo queda. Opto por desmembrar mi obra, por arrancarle pedazos que pueda mostrar.
Así que me animo y brindo dos fragmentitos de "Animalitos de porcelana" (novela escrita en el 2003) ahí va...
Los objetos pueden tornarse aburridos. Si se dice muchas veces la palabra “mesa”, ésta pierde el sentido (la palabra, no la mesa). Pero para que la mesa pierda el sentido, basta con mirarla con absurda y persistente insistencia. Así es como los objetos pueden aburrir a alguien, con el paso de la mirada que tantas veces va a parar ahí: sobre el teléfono, sobre el estampado de las cortinas, la puerta del placard, las sillas, la pava, las imperfecciones de la pared. Se mira tanto el entorno material, que se gasta, se evapora el significado, se diluye la función concreta: “si miro detenidamente mi agenda electrónica, sin desconcentrarme y sin mover la vista, ésta se convertirá en un trozo de plástico prolijo”. Ezequiel se aburría hasta de su imagen en el espejo - ¿Tristeza? - pensó y meneó la cabeza - La felicidad es patrimonio de los hombres simples. Soy “infeliz” (no encuentro el término adecuado) porque pienso mucho en ello. Si en vez de repetirme constantemente “me aburro”, repitiera cualquier otra afirmación, creería en ella. Si dijera “coca cola”, “Mm, qué ganas de tomarme una coca”, sería un consumidor compulsivo. Si en vez de “me aburro”, me dedicara a mirar mujeres, tratando de acercarme a ellas todo el tiempo, me convertiría en un pajero. Ahora me pregunto, ¿es mejor ser un pajero o un consumidor compulsivo que un tipo que se aburre?, ¿qué es más beneficioso para la sociedad, o para una nación?, ¿y para mí?... No, cabe admitir que hay un equilibrio cósmico, no, mentira, un equilibrio social en todo esto: la sociedad necesita pajeros, consumidores y gente triste, para que trabajen tanto las putas, como los kioskeros y los psicólogos, ¡es perfecto! - y así terminó de asearse. Se vistió y luego desayunó con la mejor disposición anímica. Se divertía pensando en el abanico de combinaciones: un psicólogo consumidor, un kioskero pajero, una puta triste, o una psicóloga puta y adicta al chocolate, un kioskero aburrido y filósofo, y etc. Se entretuvo un día entero con aquellas teorías y no se aburrió cuando miró la puerta del placard antes de dormir.
Desear un cáncer es tenerlo. Desearlo es concebirlo. Asumir algo que no se tiene produce una sugestión tan grande que, de alguna manera, se obtiene el resultado esperado. Desear un cáncer no es lo mismo que desear morir: es la espera de una solución ambivalente, o sea, se pueden presentar dos soluciones, una sería la muerte, y la otra sería permanecer en estado de coma, o bien en reposo durante algunos años, hasta que todo se desarrolle por sí mismo, esto significa dormir hasta que el karma se elimine solo. Despertar y encontrarse con los hijos ya realizados. Despertar y encontrarse con el mismo entorno de siempre, pero sin rencores y felices todos, porque dentro del deseo está previsto el dejar de sufrir por el prójimo. Despertar y que Fanita sea mujer. Despertar y que Laurita sea esposa y madre. Despertar y que tanto Luciana como Gabriel la amen y la perdonen. Despertar ya tolerante con Marcos y Martín, encontrarlos adolescentes, nobles, buenos, con metas, pacíficos, con un padre cambiado (porque a él también le desea la felicidad). ¿Acaso el deseo de cáncer era la cruz de Jesús?... Enfermarse y quizás morirse para que se salven todos... No, no puede ser porque hay un ego que ambiciona detrás de todo esto. Y la ambición es deshacerse de todo y de todos. Cuando sentía amor, deseaba el estado de coma, cuando sentía odio, deseaba morir.
La decepción fue catastrófica - fue el fin de su cordura - no pudo soportar semejante injusticia, -¿cómo es posible que el cáncer le sea dado a personas que quieren vivir?, ¿y por qué no se les da a tantos suicidas que andan dando vueltas por la vida, rodeados de niebla y oscuridad, absorbiendo a personas luminosas?, ¿por qué no se enferman ellos?...- Natalia pertenece a ese grupo, pero no del todo. Últimamente se había tornado obscura, se fue gestando un pesimismo fatal en ella y se había dado de a poco, a medida que se iba gastando la ración de neutralidad con la que se había sostenido durante toda la vida. No tenía cáncer, ni anemia, ni cálculos en la vesícula, ni hongos, ni piojos, ni caspa, ni caries. Era un desperdicio de salud abominable. Era necesario que se enfermara su mente, ya que su cuerpo jamás obedeció las órdenes del deseo, no realmente, sólo por somatización, y esto no era suficiente para morir, o dormir. Entonces vino la catarsis, pero en cuotas, o gotas, paulatinamente, un poco por día. Era vergonzoso darse cuenta en su más interno fuero de lo que sentía, es muy difícil asumir “Estoy decepcionado porque no tengo un tumor cerebral, y ésa era mi esperanza. Ahora ya no tengo nada, sólo salud y una larga y miserable vida por delante”. Como semejante afirmación es demasiado compleja, enloqueció sin decirle nada a nadie.
Dafne Mociulsky
