jueves, 3 de abril de 2008

Convocatoria de la Feria del Libro Independiente (FLIa) + un cuento mío muy, pero muuuy viejo

TODOS LOS MARTES A LAS 21
* * * * * F . L . I . A . * * * * *
REUNIONES ORGANIZATIVAS ABIERTAS
MARTES - 21 hs. ESPACIO LA TRIBU
Lambaré 873-Villa Crespo-

Si querés ir pidiendo un stand:
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Si querés conocer un poco más esta movida:
A continuación, me animo a publicar un cuento que si mal no recuerdo, lo escribí en el año 2000. Es re sacado, pertenece a una etapa en la que yo escribía osadamente, vomitaba sobre las hojas sin pruritos. No quiero decir que ya no lo haga de ninguna manera... sino que crecí y me pasaron otras cosas. Qué se yo, léanlo y comenten:
LA CASA ESTÁ SUCIA

Allí vive un pájaro; tiene alas, pero no vuela y no porque no pueda, sino porque tiene otros goces. Le gusta mandar, dominar. Habla sin parar, se explaya (¿acaso no teme perder así su tiempo?). Este pájaro no es exactamente un pájaro, sólo fue mi necesidad de calificarlo de alguna manera. Se trata de un conjunto de no se qué, pero forman un cuerpo abstracto, que es el gobernador de una tierra incierta, inhóspita (aunque allí vivo yo).
Tal vez algún día alguien, una presencia concreta, venga a fusilar a esta quietud, o no, me conformaría con menos, mucho menos. A veces salgo, pero todo me invade: los transeúntes que fluyen indiferentes, ¡violan mi “paz” sin mirarme siquiera!; el aire me golpea, me hiere sin lastimarme. Nadie quiere causarme daño (nadie más que yo), sin embargo me faltan anticuerpos, algo que me permita mezclarme, pues no resisto la cotidianeidad del hombre común.
Amado pájaro, amigo de mi soledad impenetrable, ¿qué debo hacer?, ¡si al menos pudieras responder!, pero claro, estás para delirar, derrochar palabras y obsequiarle más nada a la nada.
Ahora tengo hambre y mi casa está muy sucia, ¡todo me molesta y no deseo revertirlo!. Amado pájaro, ¿viste vos lo mal preparada que vine a este mundo? ¿Cómo hacen los que ríen? ¿En dónde se compra la risa?, nunca he recibido una dosis de buen ánimo, o tal vez sí, quizás no la haya notado, seguramente la habré desperdiciado como todo lo que tocan estas manos absurdas, ¡ah! ¿Por qué no se esmeran mis manos?, ¡IDIOTAS, RETENGAN ALGO! Y luego, por favor, tráiganlo como ofrenda para mi pájaro.
Bien sé que “él” no necesita nada más que a mí. ¿Soy su víctima o su protegida? ¿El pájaro es mío o yo soy de él?. ¡Qué poco valoro mi tiempo!, siempre jugando con muñecas invisibles, siempre perdida en la puerta de mi casa, siempre inventando algo que nunca se acaba de gestar, es que... ¿nacerá algún día?, parece un pasatiempos, una revista sin contenido que promete tenerlo en el futuro (¿próximo?).
¡Miento! ¡Siempre miento!, porque la realidad me aburre descomunalmente: ¿por qué los objetos no vuelan? ¿Por qué yo misma no tengo alas? ¿Por qué soy infeliz?, y tengo hambre, sed, la casa está sucia, ¡NO ME ESPEREN, NO CUENTEN MÁS CONMIGO! ¡VÁYANSE A LA MIERDA!, ya me has jodido bastante, ¡VIDA, VIDA, VIDA!, no seas tan insaciable, ¡PÁJARO AMADO!, defendéme, quitáme de aquí, tratá de existir, ¡VAMOS CARAJO!, yo pude con vos, ¡DEVOLVÉME EL FAVOR!, te convoqué, hacé lo mismo por mí y decíle a la vida que me aburre, que si aún quiere habitar en mí debe cambiar, ¡que no me exija más!, y si no quiere, que se vaya, no la necesito. No me importa qué tanto llorarán en mi funeral, porque sé que volveré nueva, lista para arrojar al vacío a otro cuerpo inocente. Mi alma debe ser la culpable de esta inofensiva maldad, que no hace más que deshacerse en quejas. Pero no, mentí (como siempre) mi maldad son los sueños, las ilusiones inenarrables que me separan, me dividen, me apartan y me lanzan allí, lejos de los demás, me distinguen y me extinguen; pues tarde o temprano me van a saquear y me desintegraré sin haber saboreado la victoria de... ¿de qué? ¿En qué me baso?.
Alguien golpeó a mi puerta - ¿Quién sos?
- Soy tu hambre, tenés que comer.
- ¿No sería más fácil que te vayas, así no te siento?
- Me fui muchas veces, pero ahora tenés que comer. Ya no puedo marcharme.
- ¡Dale!, un ratito más...
- ¡No!, tenés que comer, o puedo hacerme más presente y doloroso ¿eso querés?- y me puse a comer con dificultad. Cuando finalicé, oí que golpearon a mi puerta nuevamente: - ¿Quién sos?
- Soy el “Pájaro”.
- ¡Ah!, ¿así que ahora podés mantener una charla coherente?
- Creo que me equivoqué de puerta.
- ¡No te equivocaste!, yo te convoqué, te supliqué.
- Mirá, sos muy rara, no sé de qué hablás: me llamo Ignacio y como soy muy narigón me dicen “pájaro”. Estoy buscando esta dirección- y me mostró un papelito en el que estaba escrita otra numeración - Disculpáme.
- Por algo viniste, porque llegaste en el momento justo – le dije con mucha claridad, subrayando cada palabra escogida - ¿Qué querés de mí? – preguntó, ya un poco asustado - Vos sabés, no te hagas el ignorante.
- Hagamos una cosa: como no tengo laburo, por diez pesos hago lo que quieras.
- ¡Dale!, limpiá mi casa.- Y ese día la satisfacción me llegó, sin saber bien por qué.
El problema empezó cuando no quise dejarlo ir. El me pidió doscientos pesos a cambio de quedarse por una semana. Acepté.
Durante esa semana cocinó para mí, limpió mi casa, me hizo el amor y participó en el juego, aceptando ser “mi pájaro”. Creo que eso fue lo que lo enfermó. Pero cuanto más se enfermaba, más saludable estaba yo. Más adelante falleció entre mis brazos, es que me había “comido” su vida.
Durante algún tiempo volví a lo mismo de antes, a mis delirios, a mí, ese monstruo que soy en soledad. Se extraña el servicio del “pájaro”. Creo que me alimento de otras vidas y tengo hambre, mucha hambre, la casa está sucia, desperdicio mi vida, mi tiempo, mi cuerpo. Tal vez me enferme o enloquezca, a menos que consiga otro “pájaro” real.
¿Quién llamó a mi puerta?
Dafne Mociulsky, año 2000 aprox.

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