viernes, 28 de mayo de 2010

Hace 5 minutos terminé de escribir este cuento

La cortesía

Me enteré hace poco y no puedo quitármelo del pensamiento. La data me llegó a través de una borrachera; estaba con mi amigo, ese que hacía rato que no nos veíamos. ¡Qué cambiado lo encontré!, pelo largo, barba, bigotes, la piel bronceada, en fin, se lo veía mejor, hasta había dejado de beber, dijo, pero esa noche hizo una excepción por mí. No sé cuántos vinos habremos descorchado y vaciado, no importa el número. En algún momento de la velada, se nos dio por confesarnos cosas que quizás ya sabíamos, sin embargo, me encontré con algo que no me esperaba: él había estado con una amiga mía, digo amiga porque nunca fuimos pareja, éramos una sana mezcla de amantes y amigos. Yo creo haber estado un poquito enamorado de ella, aunque tuve que contenerme por falta de estímulo, ella tenía un fuerte discurso contra el compromiso y, con el tiempo, nos fuimos enfriando. A veces nos veíamos en fiestas y eventos a causa de nuestros amigos en común. La mayoría de esas veces, cada cual estaba respectivamente acompañado, así que nunca más volvimos a dormir juntos. Además, meses después de nuestro frío mutuo, ella se fue a vivir en pareja a algún pueblito del norte, creo que en Jujuy o Salta se instaló, y casi nada más se volvió a saber de ella.
Mi amigo me confesó que él gustaba de ella antes de que estuviera conmigo y albergaba ciertas esperanzas (era una de esas chicas que uno quiere como novia). Después de mí y antes de irse al norte a hacer vida de casada jipi, existió un pequeño espacio de tiempo que compartió con mi amigo. Nos reímos, mucho. Él le había preguntado si estaba enamorada de mí o si alguna vez lo estuvo -¿Y qué te dijo? – le pregunté yo, sintiendo que mi ebriedad disminuía, él se tomó una pausa de vino, evidentemente había metido la pata y no quería contarme eso, pero ya era tarde y me contestó –Mirá, vos viste cómo es ella, es una mina rara… me dijo que hubieras sido perfecto salvo por un defecto…
-Bueno, no seas malo, ahora tenés que decirme cuál, ¿no?- se deshizo en disculpas, excusándose por el hecho de estar borracho y hablar giladas, hasta llegó a hacerse el boludo, tratando de hacerme creer que se había olvidado de lo que estaba diciendo, intentó hacerse el dormido y, por último, se me cagó de risa en la cara -¡Te la creíste, qué salame!- pero no, por más tiempo que hayamos pasado sin vernos, no llegó a ser tanto como para desconocernos las mañas, las mentiras y, claro está, las metidas de pata; así que, ya medio enojado, le rompí las pelotas para que me devolviera mi defecto secreto, porque era MÍO.
Nos quedamos callados, tal vez un poco arrepentidos los dos de haber llevado la alegría del reencuentro hasta ese momento de mierda. Mi amigo suspiró y dijo
–Que no sos un buen chupador de concha, eso me dijo. Y te digo más, ya que estamos: también estuve con la negra, ¡sí, tu ex novia!, ah, ¿ya lo sabías?, bueno, yo sabía que no te iba a molestar y… eso, la negra me dijo lo mismo de vos.
En ese instante se me pasó el pedo. El silencio era tal que se escuchaban las variaciones sonoras del motor de la heladera. Creo que él puso música, si mal no recuerdo algo de los Rolling Stones, que son antidepresivos. No nos dijimos nada más, hasta que él consideró que era el momento de irse y agregó –Si yo te dije eso, es porque te quiero mucho y quiero que mejores tu calidad de vida sexual, loco. Vos, acaso, ¿no me lo hubieras dicho? ¿Permitirías que yo ande por la vida chupando mal las conchas, pudiendo decírmelo para ayudarme a cambiar? No me acuerdo qué le contesté, igualmente nos despedimos con un abrazo.
Esa declaración no pudo haber llegado en peor momento: estoy enamorado. Vengo haciendo un trabajo fino con una compañera del laburo. El equilibrio es muy delicado, es jodido meterse con alguien a quien vas a verle la jeta quieras o no, pase lo que pase, y que si llegáramos a estar juntos estaríamos todo el puto día juntos, sí, ya sé, pero hace tres años que me vengo planteando estas cosas y no me importa nada, ya lo pensé todo, estoy dispuesto a llevarme bien con su hija y a preparar a mi hija para que la acepte y la quiera, a ella y a su hija.
En estas últimas dos semanas tuvimos tres citas: en la primera fuimos a comer y nos re besamos, en la segunda fuimos al cine y nos re calentamos, en la tercera ya daba para todo, pero ella estaba indispuesta y le dolían los ovarios, así que lo dejamos para hoy.
No puedo parar de pensar en eso, ¿qué tantas desventajas puedo tener yo si es tan cierto que soy un mal chupador?, para mí, una mujer que no chupa bien la pija, o que no le gusta hacerlo, no merece mi respeto… Si las mujeres con las que estuve piensan como yo, esto es terrible. Pero bueno, ¡basta!, tengo que superarlo, tengo una boca y una lengua, como cualquier otro. A lo mejor fue cuestión de gustos y justo a esas dos conchudas no les gustó mi manera de chupar (tampoco deberían andar difundiéndolo por ahí) qué se yo… aunque si me remonto más al pasado, creo haber recibido quejas, no sé si muchas o pocas.
Yo estuve casado, ¿cómo puede ser que en cinco años de matrimonio no haya aprendido?, bah, eso no cuenta, ¡era tan pendejo cuando me casé!, ni siquiera le llegué a romper el culo a la madre de mi hija.
Pero yo soy un pelotudo bárbaro, ahora me doy cuenta, ¡cómo me voy a chupar bien una concha con esta dispersión mental!, no debería estar pensando en todo esto mientras estoy chupando una concha, encima la concha de la mujer que realmente me gusta.
Sin embargo, parecen marchar bien las cosas, de todos modos. Ahora estoy concentrado y trato de que sus gemidos enmudezcan mis soliloquios. Ojalá que en cualquier momento me interrumpa con un orgasmo. Qué divina que es, cada tanto la miro y sus gestos de placer curan mi autoestima. Qué linda conchita que tiene, toda depiladita, riquísima. Un momento, acá hay algo raro: ¡Cómo voy a ser mal chupador si me gusta chupar!, sí, listo, ya fue, era cuestión de gustos y a esta belleza que tengo contra mi boca parece gustarle y mucho. ¡Gracias Dios por permitirme esta oportunidad!
No sé si debería parar, dejarla interactuar un poco. Hace un rato intenté desprenderme y me agarró de los pelos y me volvió a mi lugar. Bueno, no tengo drama, sigo, con arañazos en la espalda es mejor, me cebo más. Sigo chupando, ya confiado y cuanto más chupo, más profundamente, mi lengua se choca con algo redondo que se asoma debajo del clítoris, intento otra vez desprenderme pero esta vez para mirar, por curiosidad, pero ella me vuelve a mi puesto apretándome la cabeza con las piernas y esa cosa redonda crece y se asoma, se va metiendo adentro de mi boca.
Yo quiero ser cortés, quiero darle la mejor chupada de concha que haya recibido en su vida, y que en caso de que yo no me convierta en su amor y me deje por otro (puesto que yo no la dejaría por ninguna) que en el futuro nadie se la chupe mejor que yo. Quiero que esta chupada quede en el almanaque de su vida, que cada vez que sea 28 de mayo recuerde esto que está pasando ahora. Yo, atareado en mi labor, ignoro eso que le sale y crece en mi boca, parece una pijita.
Pasó un rato largo y seguimos así, unidos por boca y concha, aunque ahora que se ha terminado de endurecer, no cabe duda de que esto que estoy chupando es una pija.
Y bueno, qué se yo, no me deja salir. Sigo apretado entre sus piernas, tengo los oídos totalmente tapados, no escucharía ni un gol de Argentina en una final. Ya orgasmeó tres veces y parece que tiene para rato.
Con todo lo que he vivido, ya me di cuenta hace rato que debo amar a la mujer adecuada y no a la mujer ideal. Esta es la adecuada, ésta es la que me hace reír todos los días, haciendo que mi laburo me resulte más copado, ésta es la protagonista de mis últimas pajas, es su hermosa sonrisa la que se me aparece en el momento de acabar y eso es un síntoma de amor puro. Me hago a la idea, será así pues, la mujer que amo desarrolla un pito por la concha cuando se sobreexcita y yo seré su mejor chupador.

Dafne Mociulsky

4 comentarios:

Anónimo dijo...

grooosaaaaa.. sabia q iba a estar buenisimo este!.. beso grand

yesi

Emiliano Pardavila dijo...

he leido varidos de tus cuentos y poemas en esta pagina y me han parecido muy buenos...
salud y buena suerte

TG dijo...

–Que no sos un buen chupador de concha, eso me dijo. Y te digo más, ya que estamos: también estuve con la negra, ¡sí, tu ex novia!, ah, ¿ya lo sabías?, bueno, yo sabía que no te iba a molestar y… eso, la negra me dijo lo mismo de vos.
En ese instante se me pasó el pedo. El silencio era tal que se escuchaban las variaciones sonoras del motor de la heladera. Creo que él puso música, si mal no recuerdo algo de los Rolling Stones, que son antidepresivos. No nos dijimos nada más, hasta que él consideró que era el momento de irse y agregó –Si yo te dije eso, es porque te quiero mucho y quiero que mejores tu calidad de vida sexual, loco. Vos, acaso, ¿no me lo hubieras dicho? ¿Permitirías que yo ande por la vida chupando mal las conchas, pudiendo decírmelo para ayudarme a cambiar? No me acuerdo qué le contesté, igualmente nos despedimos con un abrazo.



Buenisimo, me cague de la risa un buen rato!!! aguanten los cuentos de pijas y conchas! saluuud

Malcolm dijo...

Muy divertido y buen relato!