sábado, 29 de marzo de 2008

Más de la saga "Anecdotario de seres desmontables" de Dafne Mociulsky + dibujo en 3D de Diego Gutiérrez



Para contactarse con este dibujante: di3gogutierrez@hotmail.com

Supuestamente, esta era la tapa de un libro de cuento que escribí hace mucho, mucho tiempo "Descarrilamiento" se hubiera llamado, no sé si lo publicaré añgún día, quizás, si me animo, podría publicar algunos de esos viejos cuentos fantásticos acá mismo.

Envíenme dibujos, fotos, pinturas: duniashka@yahoo.com.ar

Una entrega más de la serie "Anecdotario de seres desmontables":

LA PREVIA DE LAS CHICAS

Hoy se juntan en la casa de Nahir. En parte, porque sus padres se fueron de vacaciones, pero también todas saben que esta noche le toca prestar las tetas. Venía eludiendo la situación como podía, excusándose con gripes inexistentes, privándose de salir, y hasta se hizo arañar un pecho por su gato en la semana anterior. Estaba muy arrepentida de haber pedido prestadas tantas veces las largar y hermosas piernas de Sofía, las redondas nalgas de Belén y el estómago de Ana, que resistía muy bien el escabio.
Nahir prestaba sus pertenencias, corporales o materiales, sólo al borde de la ruptura de los vínculos. Las chicas vendrían en media hora, y ella pensaba en sus pechos, que seguramente serían manoseados por alguien desconocido en el transcurso de la noche, en el cuerpo de su amiga. Se quitó las falangetas para pintarse las uñas y dejó una oreja cerca de la puerta por si acaso el timbre sonara antes de tiempo.
Antes de abrirles la puerta, se acarició los pechos, le nació una lágrima en el ojo derecho, entonces se lo quitó y lo sacudió para que nadie viera que esta noche le causaría tanto dolor.
−Bueno, esta noche presto mis manos, ¿no les gusta como tengo las uñas?
−Si te las hubieras pintado de rojo te las aceptaba. Yo ofrezco mi pelo.
−¡ay!, ¡qué asco!, ¿no te duele?
−Nah, estoy acostumbrada. También puedo ofrecer mis piernas, no están tan buenas como las de Sofi pero al menos están bien depiladas.
−Yo me re pudrí de prestar mis piernas, hoy presto mis tetas…
−Nahir… ¿escuchaste lo que dijo Sofi?, ¿Nahir, dónde estás?
−Se habrá encerrado a pensar en una nueva excusa para no entregar las tetas. Yo presto mis ojos, ¿me los cambiás por los tuyos, Belu?
−Ufa, la semana pasada me trancé un chabón que se enamoró de mis ojos celestes… no quiero decir que los tuyos color miel sean más feos, pero…
−Yo te los cambio.
−No te ofendas, pero para cambiarme por ojos marrones prefiero quedarme con los míos.
−¡¡¡Nahir!!!, dale, que se nos hace tarde – Nahir, cabizbaja, entra en la pieza, hace un paneo con la mirada, suspira, se quita la remera, el corpiño y se despoja de sus tetas, apoyándolas sobre la cama. Las chicas aplauden y se apresuran en desarmarse. Pronto se arma un alboroto tal, que nadie escucha a nadie. Las interrumpe el sonido de una bocina - ¡Dale, ya nos vinieron a buscar! – Y se acomodan como pueden, los canjes no fueron los ideales y tampoco pudieron vestirse y maquillarse como querían. Nahir solía decir – Necesitamos un mínimo de tres horas para arreglarnos bien – El remis las deposita en la entrada del suntuoso boliche. Nahir es la última en bajar. Se siente rara, fea, demasiado liviana.
Después de tomar varios tragos y bailar, sienten deseos de orinar. Esta no es la noche de suerte de Nahir, esta vez le toca a ella hacer la fila para entrar al baño, por eso se proveyó de la cartera más grande que tenía, en la que entraban las vejigas de las chicas. Era algo asqueroso vaciar vejigas ajenas. Y en medio de esa penosa situación, la encontró Víctor – No esperaba verte acá
Le dijo Víctor, intentando saludarla con un beso en la boca que ella corrió.
−Yo tampoco.
−No me digas que…
−Se nota mucho, ¿verdad?
−¿A quién se las prestaste?
−A Sofía.
−Sofi está con un amigo mío en los reservados.
−Hum…
−No te preocupes, es buen muchacho, las va a tratar bien, jejeje. Bueno, te dejo, tengo que ir a vaciar las vejigas de los pibes.
−Yo estoy en la misma, ¡y cómo pesan!
−Nos vemos más tarde.
−No lo sé…
−Tomá, en serio, dale – y Víctor le dio su mano derecha – Así me aseguro de volver a encontrarte, y sé que no vas a ser tan mala de tirarla por ahí, ¿verdad? – Ella le contestó con una sonrisa, pero no supo decirle lo que verdaderamente pensaba, que estaba muy fea esa noche, muy perdedora, que no se sentía merecedora de besos y caricias. Cuando finalmente pudo entrar al baño, orinar y vaciar las vejigas de las chicas, miró el tacho de basura con mucha tentación de tirar la mano de Víctor.

Dafne Mociulsky

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola me llamo Rodolfo y soy de argentina... el cuento me gusto porque es una fantasia tener partes de cuerpos de tus amigos aunque sea por una noche jejeje
y me gustaria saber como continua...
oo hay que pagar un precio para eso???
espero ancioso la otra parte
aa soy uno de tus contactos as que por favor mandame la otra parte o sino otros cuentos