martes, 10 de junio de 2008

Algo muy, demasiado nuevo

Esto no tiene ni título por ahora, lo único que puedo asegurar es que se trata de mi próxima novela y que estoy pasándola muy bien con estos personajes en el living de mi mente.
Les brindo sólo un fragmento, se agradecen comentarios che!

Las interferencias se deben a las voces ajenas que, en cierta forma, la mujer captura y recopila en cuadernos espiralados universitarios. De vez en cuando un suspiro le recuerda que le hubiera gustado estudiar en la universidad. Lo piensa cuando se siente vieja, le pasa en muchos aspectos – ENVEJECEMOS PORQUE LOS RECUERDOS SON MUCHOS – dijo la chica sentada en el asiento de adelante, la del cabello rubio en desorden, mal atado. La observada le dijo eso a quien le hablaba desde el celular.
Las capturas surgían en momentos instintivamente dados, sonidos percibidos como olores, la mujer sabía muy bien hacia donde girar los oídos, como descartar una cumbia indeseada, un ring tone estridente y lavar las palabras que quería rescatar. Palabras como torrentes, corriendo por todos lados, siempre es así, nada ni nadie sabe callarse, hasta los mundos imaginarios hablan sobre lo que hablan los otros. La mujer en el centro de su mundo, deteniendo esos torrentes.
Al descender del colectivo, recordó la cena, no sabía qué hacer para la cena. Caminaba y escuchaba, alguien cantó algo en inglés, un auto pasó vociferando una propaganda radial, bocinas, risas, en fin, la avenida más transitada del barrio, sobre todo a esas horas. No pudo ordeñarle una señal a la situación, algunas veces funcionó a través de una conversación, un cartel, una imagen. Pero esta cena debía pensarla. Nachito era el más delicado, Alber era humilde y resignado, Lorena era la más voraz para comer, había que cuidarla, le apenaba pensar en el estado de su hija, porque ella a su edad gozaba del poder de seducir, de ser deseable, mirada; de todos modos duró tan poco esa época de bailes, salidas, muchachos, viajecitos con amigos a la costa, que ni sabía si valía la pena desearle a su hija una diversión tan efímera, algo que se consume tan pronto. Ella conoció a Alber siendo joven, en el apogeo de su gracia y lo que sigue es previsible. Entonces le deseaba a su hija otros disfrutes, le deseaba que sus logros sean trascendentes, le deseaba paz mental y control de los sentidos.
Lorena solía morderse a sí misma y gritar con la cabeza aprisionada entre la almohada y el colchón, para que no la oyeran – AHORA ESTÁ MEJOR, SE ESTÁ ACOSTUMBRANDO A COMER SIN SAL.
−NO ME DIGAS BOLUDECES – la mujer se sacude las elucubraciones y presta atención a su turno, el almacenero la está mirando.
Dafne Mociulsky

1 comentario:

Unknown dijo...

es muy bueno,fiel a tu estilo. solo me pregunto una cosa poque todos los personajes siempre se mueven en la topica costo beneficio.
huay?